Nada más pisar la asociación Pannagh te golpea el aroma empalagoso de la marihuana. En un armario se guardan bajo llave varias cajas que contienen diversas variedades: Critical Mass, White Widow, Medicine Man, New York Diesel, Aka 47. Al margen de ese detalle, el local es como el de todas las asociaciones: muebles viejos, folletos, algunos pósters y libros, en este caso sobre los efectos del cannabis, sus orígenes...
"Entre los socios hay funcionarios, comerciales, muchos enfermos... En total, somos unos 150 socios activos", explica Martín Barriuso, presidente de Pannagh. Barriuso -43 años, delgado, activo-, habla por el móvil sin parar, por eso lleva un pinganillo en la oreja. Además de ser el responsable de Pannagh, es el presidente de la Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC; www.fac.cc), que a su vez forma parte de La Coalición Europea por Políticas de Drogas Justas y Eficaces (ENCOD; www.encod.org). Barriuso es un militante de la causa procannabis, a la que lleva vinculado más de 15 años. La primera vez que hablamos me colgó el móvil apresuradamente. Unos guardias civiles le sorprendieron fumándose un porro. Barriuso es el administrativo de Pannagh. Él cultiva, cosecha, reparte, da la cara, habla con los socios... "Siempre tuve claro que algún día me daría de alta en la Seguridad Social cultivando marihuana", dice satisfecho.
En España, más de 2,2 millones de personas fuman marihuana o hachís al menos una vez al mes (encuesta domiciliaria 2007- 2008 del Plan Nacional Sobre Drogas). Algunos cultivan, otros tiran de amigos, muchos tienen camello y una minoría están asociados en organizaciones de usuarios o clubes de consumidores. Clubes como La MACA (Movimiento Asociativo Cannábico de Autoconsumo), de Barcelona, con 125 socios -José y Nora se encargan de su cultivo colectivo y están dados de alta en la Seguridad Social como administrativos agrónomos-, o Arsecse, de Sevilla, con unos 50 socios activos. En total, hay una docena de clubes repartidos por España, más al menos cuatro en proyecto (uno en Málaga, otro en Cádiz y dos en Madrid). Barriuso explica los beneficios de pertenecer a uno de estos clubes: "Evitas el mercado negro y te aseguras de que el cannabis es de calidad".
A pesar de su inseguridad, recientemente la ley ha dictado dos sentencias a favor de socios de estos clubes. La primera es de 2006: Barriuso y otros dos miembros de Pannagh fueron detenidos mientras cosechaban la marihuana de la asociación. Estuvieron tres días en prisión y se les requisó el cultivo. Meses más tarde, la Audiencia de Vizcaya resolvió que no había delito -"se trata de una modalidad de consumo entre adictos en el que se descarta la posibilidad de transmisión a terceras personas (...)"- y archivó la causa. En mayo de 2007, sin recurso de la fiscalía, se ordenó la devolución de las plantas incautadas. Y así fue. La policía tuvo que devolver la marihuana, un total de 17 kilos que llegaron podridos. Aunque es inservible, Barriuso no se ha deshecho de la mercancía. Las cajas están apiladas en una esquina del local. Su trofeo.
La segunda sentencia es de 2006. El Juzgado de lo Penal número 3 de Huelva absolvió a un miembro de Arsecse (la Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis de Sevilla) que había sido denunciado por un vecino: tenía 24 plantas de marihuana en un invernadero de su finca. El juez consideró probado que el cannabis era para su consumo personal y el de otros asociados.
Con estos precedentes, Barriuso cree que los clubes podían haber proliferado más: "La gente no quiere líos; resulta más fácil plantar a tu aire que montar una asociación". Él cree firmemente que constituyen una alternativa factible, aunque reconoce "que hay que arriesgarse".
De momento no hay grandes voces en contra, ni alerta social. "El problema sanitario asociado al consumo de esta droga no es esta gente, sino los adolescentes que fuman porros a diario", concede Amador Calafat, psiquiatra y director de la revista Adicciones. "Lo que me preocupa es que el movimiento procannabis con su reivindicación propicia que haya gente que tenga una baja percepción del riesgo del consumo de estas sustancias".
Contactada por este periódico, la Fiscalía Antidroga del Estado rechazó opinar sobre este tema ("la fiscalía sólo se pronuncia sobre procedimientos concretos"), pero una fuente interna alertó: si se les sanciona o no dependerá del caso y del juez.
Preguntado al respecto, una fuente del Plan Nacional sobre Drogas, comentó: "En nuestro país el consumo de cannabis en el ámbito privado no está penalizado. Tampoco lo está el cultivo para consumo propio. Si estas asociaciones se limitan a esto, su actividad no tiene ninguna trascendencia penal. Sólo cuando se hace publicidad de este consumo o cuando se promueve, es cuando pueden cometer un delito contra la salud pública, según el Código Penal. Pero son los tribunales quienes tienen que decidirlo".
La segunda sentencia es de 2006. El Juzgado de lo Penal número 3 de Huelva absolvió a un miembro de Arsecse (la Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis de Sevilla) que había sido denunciado por un vecino: tenía 24 plantas de marihuana en un invernadero de su finca. El juez consideró probado que el cannabis era para su consumo personal y el de otros asociados.
Con estos precedentes, Barriuso cree que los clubes podían haber proliferado más: "La gente no quiere líos; resulta más fácil plantar a tu aire que montar una asociación". Él cree firmemente que constituyen una alternativa factible, aunque reconoce "que hay que arriesgarse".
De momento no hay grandes voces en contra, ni alerta social. "El problema sanitario asociado al consumo de esta droga no es esta gente, sino los adolescentes que fuman porros a diario", concede Amador Calafat, psiquiatra y director de la revista Adicciones. "Lo que me preocupa es que el movimiento procannabis con su reivindicación propicia que haya gente que tenga una baja percepción del riesgo del consumo de estas sustancias".
Contactada por este periódico, la Fiscalía Antidroga del Estado rechazó opinar sobre este tema ("la fiscalía sólo se pronuncia sobre procedimientos concretos"), pero una fuente interna alertó: si se les sanciona o no dependerá del caso y del juez.
Preguntado al respecto, una fuente del Plan Nacional sobre Drogas, comentó: "En nuestro país el consumo de cannabis en el ámbito privado no está penalizado. Tampoco lo está el cultivo para consumo propio. Si estas asociaciones se limitan a esto, su actividad no tiene ninguna trascendencia penal. Sólo cuando se hace publicidad de este consumo o cuando se promueve, es cuando pueden cometer un delito contra la salud pública, según el Código Penal. Pero son los tribunales quienes tienen que decidirlo".
ART. EL PAIS
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